martes, 6 de enero de 2009

Desde la meca de la ciencia, los avances que cambiarán al mundo

El futuro nos está pisando los talones, poco a poco los inventos fusionados con descubrimientos nos sorprenderán. ¿Es que acaso se imagina a un robot fabricar un banco de madera en poco minutos con el mismo tacto y finura que un ebanista o a una máquina que podría leer nuestro aliento para diagnosticarnos, luego de analizar nuestro ADN? Esta es la información que recoge el diario Clarín.
Estos son apenas unos ejemplos de lo que en verdad va a ocurrir en un par de décadas. Las mentes privilegiadas que andan detrás de estos proyectos se encuentran agrupados en las principales universidades de Estados Unidos. En estos lugares se pueden hallar a los biólogos, filósofos, ingenieros, politólogos y médicos de mayor prestigio en el mundo.
En la biblioteca del MIT (Instituto de Tecnología de Masachusetts), por ejemplo, se exhibe una selección asombrosa de ensayos. El director de este lugar, el profesor Robert Langer es conocido como "el aún no premio Nobel", un apodo que intenta honrar su fama. A pesar de no tener todavía el benificio del premio sueco, Langer se puede jactar de tener casi todos los demás recocimientos. En su lista de 70 galardones figura también el Príncipe de Asturias en Ciencia y Técnica. Pero, ¿Cuál es el proyecto de esta mente brillante?
"Estamos trabajando en tres direcciones. La primera es la de crear nuevos tejidos y órganos. Nuestro objetivo es algún día poder fabricar nuevos páncreas, hígados o médulas para personas que están paralizadas. Y la forma en que tratamos de hacerlo es combinando células y plástico. La idea es que si podemos crear los plásticos correctos podamos combinarlos con células -que podrían ser células madre o las propias células del paciente-, y proveer las señales o los signos para decirles a esas células cómo fabricar tejido". En palabras simples, Langer persigue la creación de un hombre biónico.
En su laboratorio trabajan 125 investigadores y cuenta con la asombrosa suma de 4 mil aspirantes para ocupar las 10 plazas que se renuevan anualmente, como para dar oportunidad a todos. Alumnos de todas las nacionalidades trabajan afanosamente en el lugar, ser parte de este grupo les asegura prestigio y sobre todo experiencia.
El doctor Federico Capasso es otro de los genios que trabaja pensando en el futuro, su alma máter es la prestigiosa Harvard. Este italiano a fines de los años setenta comenzó a trabajar en los laboratorios Bell, en este lugar desarrolló conductores que hoy en día permiten ver la televisión por cable de alta definición. Ahora está abocado a la nanotecnología.
"La medicina todavía tiene problemas con los diagnósticos. El tipo de láser que desarrollamos puede diseñar la longitud de onda usando la nanotecnología para emitir el rango en que la mayoría de las moléculas absorben la luz, que es un rango invisible. La idea es que si se pueden crear esas longitudes, un paciente vaya al consultorio del médico, inspire, exhale, y de esa manera salgan algunos ácidos. Amonio, pequeños rastros. El láser, que rebotaría para adelante y para atrás durante la respiración, podría absorber determinadas longitudes de onda, y las huellas de esa absorción podrían permitirle al médico saber de una manera no intrusiva cuál es el diagnóstico del paciente", explica Capasso.
En este lugar, pasean los mejores estudiantes del mundo. La ciencia camina en todas las direcciones de Estados Unidos, impulsada por jóvenes. El sistema es menos opresivo en estas aulas, aquí si un joven es talentoso tiene seis años para probarse siendo profesor adjunto.

Fuente: El Comercio

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