jueves, 3 de septiembre de 2009

Más sobre estafa educativa

Zenón Depaz Toledo
Columnista
“El problema actual de la educación universitaria es la apertura inorgánica de filiales universitarias en diversas localidades del país, que son manejadas con fines de lucro, sin ningún control de calidad sobre la oferta educativa y sin autorización”, señala, en su página web, el Consejo Nacional para la Autorización de Fun-cionamiento de Universidades (CONAFU).
Según la Asamblea Nacional de Rectores (ANR), habría 36 filiales autorizadas para funcionar (número mayor, notémoslo, al de la totalidad de universidades públicas existentes). Una vez en funcionamiento, no hay control alguno sobre el alcance y calidad de su cobertura, llegando algunas a tener mayor matrícula que muchas universidades públicas. En esta situación absolutamente irregular y perniciosa para la marcha de la educación universitaria en nuestro país, la estafa pública tiene curso impune (los grados y títulos se otorgan “a nombre de la Nación” y sin señal alguna de las condiciones en que se obtuvieron) y alcanza dimensiones surrealistas, que la estadística de la ANR hace caso omiso, pues el número efectivo de filiales supera holgadamente los tres centenares y discurre en las condiciones más inverosímiles: sin elementales servicios como bibliotecas o hemerotecas; instaladas en talleres, garages, azoteas, mercadillos, colegios públicos (del ministerio respectivo no esperemos opinión alguna; siendo el propio ministro dueño de varias filiales), o simplemente en ningún lugar (bajo modalidades eufemísticamente denominadas “a distancia” o de “educación virtual”), pero otorgando igualmente grados y títulos.
Sintomáticamente, nombres de santos, ángeles y papas tienen invocación preferencial en este ámbito de la anomia instalada. Alguna “universidad” chimbotana, que de los ángeles sólo tiene el nombre y la ubicuidad, con sinnúmero de filiales, para mayor y sagrada custodia ahora se denomina Universidad Católica (¡!). En otra, el grupo que la controla, para deshacerse de otro bando, se cambió de nombre y ahora resulta ser la tan esperada “Universidad Científica del Perú” (¡!). Entretanto, la denominación de algunas otras convierte en aspiración esta absoluta falta de regulación: “Universidad Autónoma del Perú”;… ¿autónoma de qué?, o ¿con respecto a quién? En algún otro caso, no cabe duda de que tal autonomía se ejerce en relación al más elemental significado: “Universidad Peruana de Integración Global”… ¿Tal vez entendió usted qué quiere decir?... Mejor continuaremos hablando al respecto.

Fuente: La Primera

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