martes, 29 de abril de 2014

El nuevo rol de la universidad peruana en el siglo XXI

Con motivo del debate de una nueva ley universitaria en el pleno del Congreso , hemos considerado pertinente publicar una propuesta que escribió el Ing. Roberto Morales Morales (exrector UNI) sobre el papel que debería desempeñar la universidad peruana en el silgo 21.


El nuevo rol de la universidad peruana en el siglo XXI

Por Ing. Roberto Morales Morales
Rector de la Universidad Nacional de Ingeniería
Diciembre de 2002

La universidad en el Perú ha sido y seguirá siendo por siempre, motivo de permanente reflexión. Reflexión que se genera en una suerte de sostenida e incurable situación de crisis, abandono, indiferencia, aislamiento, en que la han sumido las erradas políticas de los sucesivos gobiernos, sin excepción y la ignorancia de una parte de la sociedad que aparenta desconocer su existencia y su misión.
Últimamente, el tema del nuevo rol del Estado y la modernización democrática se ha convertido en un estribillo de políticos, autoridades, funcionarios públicos, aspirantes al Parlamento, etc.
Pero en este intercambio de propuestas, a cual más reformista, de proyectos iluminados, de programas destinados al “nuevo Perú que se avecina”, llama la atención, aunque dicen que siempre ha sido así, la absoluta falta de análisis del papel del Estado y de la Sociedad en la creación, difusión y desarrollo de la cultura.
Dicho de otro modo: no se encuentra propuestas sobre de qué manera, con qué mecanismos, y bajo la dirección de quién se va a mejorar la Educación Superior, cómo se va estimular la capacitación científica y tecnológica, en suma, cómo se va a apoyar el desarrollo cultural de la población. Podríamos decir que las interrogantes sobre qué piensa hacer el Estado con la Educación Superior, la Ciencia, la Investigación y las Universidades, permanecen desde hace mucho tiempo, y no sabemos por cuánto más, sin recibir respuestas.
Porque no cabe duda que la función que la universidad debe cumplir al interior del tejido social, económico y político del país, ha sido abandonada desde hace mucho tiempo. Pereciera también, el reconocimiento de derrota de parte de la Universidad Peruana frente a la incalificable indiferencia del Estado y de la Sociedad. Indiferencia que lleva a no pensar, por ejemplo, dónde se va a formar ese personal de alto nivel técnico indispensable para que un país pretenda modernizarse.
Tenemos la impresión de que en el Perú necesitamos volver a plantearnos el concepto de Universidad. Los cambios sociales y políticos operados en nuestro país así lo exigen.
La propia evolución de las instituciones, relacionadas al menester académico en la formación de los profesionales en nuestro país, ha propiciado la aparición de tipos y categorías de entidades que cumplen funciones que han sido tradicionalmente atribuibles a las universidades. En el Perú, tenemos abundancia de Institutos Superiores, Escuelas Técnicas, incluso al interior de las FF.AA. Centros de Investigación de empresas y corporaciones, etc. Y en este replanteamiento sobre el nuevo rol que debe desempeñar la universidad, habría necesariamente que definir las responsabilidades de la universidad estatal, al servicio de la nación, y la de la universidad privada casi siempre consecuente con los intereses de sus promotores. Y en esta aparente paradoja de objetivos, en la que la universidad peruana se yergue orgullosa por servir al conjunto del país, el avance de la universidad estatal se ve frenado por una situación de crisis cada vez más profunda y más injusta. Por limitaciones académicas, económicas, administrativas, que le colocan una camisa de fuerza en un mercado de competencia donde la proliferación institucional ha echado por tierra la calidad del producto, y donde la recuperación moral y democrática de la universidad estatal se estrella contra las dificultades endémicas nacidas de una política de Estado que no se define, de una universidad que no logra replantearse sus actuales propósitos y metas, y que cada día se hace más evidente que su vida transcurre en una permanente lucha por sobrevivir económicamente, mientras muchas de ellas asisten a su agonía académica al parecer sin solución cercana.
El asedio económico por el que ha pasado y pasa la universidad estatal, desde hace apreciable tiempo, no solamente estimuló el éxodo inevitable de sus mejores cuadros, que se trasladaron en importante contingente al sector privado, de donde resulta que el Estado termina subsidiando a la universidad privada, sino que ha llevado a devaluar la calidad de la enseñanza, a mostrar a sus egresados como procedentes de una universidad donde recibe dudosa formación académica y, en consecuencia, inhabilitados para cargos de responsabilidad; a una segmentación socioeconómica que atenta contra la igualdad de oportunidades y que genera profundas diferencias sociales de parte de quién está precisamente obligado a superarlas.
Existe masificación en la enseñanza, existe ausencia de investigación, existen bibliotecas obsoletas y depredadas, niveles académicos mediocres, todo ello en las universidades donde acuden jóvenes procedentes de sectores mayoritariamente de bajos ingresos, abandonados a su suerte en un mercado de trabajo perverso y aprovechador que les paga según la universidad de donde proceden.
Creemos que esta situación aún puede revertirse. Necesitamos terminar con la universidad tradicional, modelo empírico ya superado, y plantearnos el nuevo desafío de una universidad que contribuye al nuevo destino del país, a nuestra integración nacional y, sobre todo, a la estabilidad social y política a la que todos aspiramos, ojalá sin excepciones.
Este desafío, por un nuevo modelo universitario constituye un enfoque del rol que se pretende propiciar y fomentar en la Universidad Nacional de Ingeniería, este planteamiento involucra necesariamente tres aspectos de cambio que son dentro del marco en el cual debemos propiciar los nuevos lineamientos de la universidad del siglo XXI.

A) La Globalización Económica
B) El incremento de la importancia del conocimiento como conductor del desarrollo, y
C) La revolución en la información y las comunicaciones

Globalización: Es la Integración compleja de capital, tecnología e información a través de las fronteras nacionales como una vía de creación de un mercado mundial cada vez más integrados, con la consecuencia directa de que más países y empresas no podrán escoger sino la competencia en la economía global.
El énfasis de la globalización como una muy importante tendencia económica no implica un juicio de valor, positivo o negativo. Mucha gente ve esta evolución como la mayor fuente de oportunidades, mientras que los críticos censuran los peligros de la interdependencia y alta volatilidad, tales como el riesgo de la transferencia de las crisis financieras de un país a otro.
Pero la globalización es una realidad, con su aprobación o no, si le gusta o no, y en cada país, en cada empresa, cada persona en edad de trabajar es afectada por ella y es lo más seguro que ya forme parte de ella.
El desarrollo económico está cada vez más ligado a la habilidad nacional de adquirir y aplicar conocimiento técnico y socioeconómico, y el proceso de globalización está acelerando esta tendencia. Las ventajas comparativas vienen cada vez menos de la abundancia de recursos naturales o mano de obra barata, y más de las innovaciones técnicas y del uso competitivo del conocimiento. En la actualidad, el crecimiento económico es mucho más un proceso de acumulación de conocimiento aplicado que de capitales.
La Revolución en Comunicaciones e Información: La invención de la imprenta trajo consigo la primera radical revolución en la forma como el conocimiento era mantenido y compartido. Hoy, las innovaciones tecnológicas están nuevamente revolucionando la capacidad de almacenar y trasmitir información. El rápido progreso en la electrónica, telecomunicaciones y tecnología satelital, permiten una alta capacidad de transmisión de información a un muy bajo costo ha casi abolido la distancia física. Para todo propósito práctico, no existen más barreras logísticas al acceso a la información y comunicación entre la gente, instituciones y países.
Los procesos de reorganización académico-administrativo, que hoy sacuden desde sus cimientos a varias universidades nacionales, así como los distintos problemas por los que atraviesa la educación universitaria, la ciencia, la tecnología y la cultura en nuestro país, invitan a reflexionar sobre la universidad y el Estado y su relación con el desarrollo nacional, en la búsqueda de promover un debate sobre una realidad que no admite más postergaciones.
En las últimas tres décadas, se han tomado decisiones respecto al sistema universitario en el Perú, con la intención más intuitivo que otra cosa, de aplicar conceptos de carácter económico, y financiero al mundo del conocimiento y la cultura, particularmente a la universidad. En ese mismo tiempo, el Estado peruano no ha sido capaz de generar políticas de desarrollo explícitas respecto a la universidad y su rol en el progreso nacional. Políticas que deberían ser logradas, previo consenso, entre quienes son los actores obligados del acontecer nacional, llámense gobierno, parlamento, clase política e intelectuales, medios de comunicación, empresa privada, etc. Creo que es el gran vacío que aún subsiste y que para muchos es intocable, en lo que se ha dado en llamar el nuevo rol de la universidad peruana y en nuestro caso el rol de la UNI en el desarrollo integral y armonioso del país, este vacío que no es otra cosa que la poca relevancia que se le concede al análisis del nuevo papel de la universidad peruana como ya se dijo en la creación, difusión y uso del conocimiento, en el fortalecimiento y desarrollo de la cultura.
Las diferentes coyunturas que afectan al país en los campos de la economía, de lo social, de lo jurídico, alcanzan a la universidad, y dado el modelo en el que actualmente se desempeñan, continúa debatiéndose en una crisis académica y moral que exige esfuerzos y cooperación del Estado y de la Sociedad.
Consecuencia, entre otras, de esta situación de abandono y desinterés, es el incremento y desmesurada multiplicación de universidades privadas, con proliferación de carreras que superan todo cálculo y con disminución de la calidad de la educación que se hace cada vez más perceptible.
La función es hacer que la docencia, la investigación, la creación y el desarrollo cultural, se integren y se potencien buscando producir, simultáneamente, educación superior, investigación científica y desarrollo cultural, todo ello procesado en con junto en un espacio común, que permita la formación de personal de alto nivel, gracias a la información que se le entrega, como producto de la creación intelectual de la investigación académica, tan reclamados por un país que aspira a modernizarse.
En el Perú, no se ha logrado determinar cuál es el conjunto de indicadores que califican el desempeño del sistema universitario. Imposible hacerlo, si previamente no se cuenta con una definición socialmente compartida sobre qué es una universidad, cuál es el rol en el tejido socioeconómico, político y cultural del País y cuáles son los productos que de ella se esperan.
En el caso de las universidades estatales, por las que reclamamos un debate nacional, mantienen una original vinculación con el Estado, Este determina sus leyes, sus estatutos, , sus autoridades, su estructura, controla sus recursos, etc., en todo lo cual participa el gobierno, el parlamento, la contraloría general, la fiscalía, etc. Esta relación en algunos aspectos excesivamente perversa distorsiona los objetivos propios de la universidad, olvida que la comunidad universitaria tiene responsabilidades que apuntan a la nación en su conjunto.
También los fenómenos de segmentación socioeconómica, muy conocidos en los colegios, que ocasionan divisiones odiosas entre la diferentes clases sociales, se extienden desde hace mucho tiempo a la universidad llegándose al extremo de que en el mercado de la actividad profesional, y por similares razones, se prefiere a los graduados procedentes de las universidades privadas antes que a los que vienen de las estatales.
Todo esto, es consecuencia de un sistema universitario abandonado a su suerte. Sin políticas que se manifiesten en mecanismos financieros y jurídico administrativos orientadores. La presión que ejerce el mercado, incremento de carreras y matrículas sin control ni regulación adecuados, sacrificando la ética y la calidad del profesional y buscando sacar de la competencia a la universidad estatal, víctima de una percepción social errada.
Las universidades públicas ven limitadas sus posibilidades de actuar como promotores de la cultura. Lo que tampoco pueden asumir las privadas, mas interesadas en el crecimiento de matrículas y disciplinas rentables para el autofinanciamiento y promoviendo una cultura universitaria de corto plazo accesible a sus propósitos mercantilistas.
En el Perú, el sistema universitario ha originado una sociedad partida en dos. Se percibe, por ambos lados, pobreza científica y cultural, con una comunidad desintegrada, donde se distinguen grandes sectores populares, víctimas de la discriminación cultural, que se manifiesta en el mercado de trabajo, sin lugar en el futuro tecnológico y cultural de nuestro país y sin posibilidades de alinearse en las demandas de personal calificado que reclaman las nuevas realidades sociales y los diferentes desafíos de gestión.
Ante esto, es necesario retomar lo que fue nuestra tradición histórica y reconocer que las universidades estatales no son asimilables al mundo de las privadas. Tienen objetivos y características que las diferencian. La universidad pública requiere apoyo para desarrollar las ciencias y las artes, porque ello tiene mucho que ver con nuestro destino como país, con nuestra competitividad tecnológica, con nuestra integración como nación, nuestra equidad social y nuestra estabilidad política. No debemos permitir que a la universidad se le aísle de su entorno. Debemos rescatarla del remolino de la agitación política y de todo aquello que le roba espacio a la actividad intelectual.
Dado lo anterior y la función principal definida para la universidad, es que las actuales autoridades consideramos 8 aspectos o acciones permanentes, enfocados en los lineamientos modernos de docencia, investigación, creación artística y desarrollo cultural que debería tener la Universidad Nacional de Ingeniería.
1. Alianza: Estado – Universidad – Empresa. La actual coyuntura exige el accionar universitario en relación al desarrollo que sea integrado y complementado
2. Fomento de un centro de investigación e innovación para la pequeña y mediana empresa, pues es evidente que la concentración de oportunidades de desarrollo no se encuentran en la gran empresa, dado los altos costos de inversión que ello implica, un componente importante de este punto es la formación de cuadros académicos para investigación, que consiste en el envío de los mejores alumnos a hacer sus estudios de post grado y doctorado, para que después de recibir su formación regresen y repliquen lo aprendido en beneficio de la UNI, y de ser posible sigan realizando su labor de investigación con el auspicio de la Universidad en la que realizaron sus estudios Doctorales.
3. Simplificación de la gestión administrativa orientado al uso eficiente de la tecnología de la información beneficiando no solo a la comunidad universitaria sino también para ser un soporte de los servicios de la Universidad a la comunidad en general.
4. Alianzas estratégicas entre las mejores universidades. La alianza estratégica con la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, la Universidad Nacional Agraria La Molina y la Escuela de Administración de Negocios (ESAN), son un ejemplo de los beneficios y ventajas de unificar esfuerzos y complementar fortalezas.
5. Mejoramiento del proceso educativo “enseñanza – aprendizaje”, acorde con una currícula profesional moderna y ajustada a los requerimientos de desarrollo de la región.
6. Capacitación a los profesores enfocados al proceso “enseñanza – aprendizaje” (pedagogía, técnicas informativas).
7. Formación en la UNI no solo tecnológica, sino con base en principios y valores, que consideramos es la base de todo lo anterior.
8. Intercambio y movilización estudiantil, involucra que los alumnos de la UNI estudien uno o dos semestres académicos en una universidad extranjera antes de la culminación de su carrera profesional, como también la realización de estudios de maestría en universidades extranjeras con las cuales se tenga convenios de cooperación de intercambio y desarrollo académico. En esto última visita a Francia se realizaron significativos contactos con diversas universidades europeas con las que se espera concretar avances importantes
Para el logro de varios de los puntos anteriores estamos enfocados en buscar y concretar el apoyo de la Cooperación Internacional, de tal manera que se logre no solo el apoyo financiero sino también el técnico y logístico necesarios para los objetivos planteados.

Fuente: http://www.ingrobertomorales.blogspot.com

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